sábado, 17 de febrero de 2018

Fámili, de Ema Wolf

Como se puede sospechar, de acuerdo al título y tapa, este libro contiene relatos sobre una familia que nada tiene que envidiarle a "los locos Adams". Bueno, quizá sí, los Adams son muy adinerados. Pero en extravagancia andan parejos. No sabemos quién cuenta la historia de su árbol genealógico. Lo que sí sabemos es que ¡tiene cada pariente! Al tío le gusta el olor a pis de gato, un medio primo pescó una dentadura y al ponérsela no pudo parar de comer gomitas de eucaliptus, y el abuelo encarnó en un gato, sumado a otra parentela que solo a Ema Wolf se le puede ocurrir.


Fámili, de Ema Wolf, contiene doce relatos disparatados, que van de la mano de la novela Maruja, de la misma autora, por tratarse de un entorno familiar poco común y muy divertido. Son relatos con buen ritmo y que presentan diversidad de recursos literarios para generar humor. Un humor inteligente y absurdo.

Los alumnos de cuarto grado leyeron, en parejas, un relato para compartir con sus compañeros. Algunos relatos sacaron más sonrisas que otros, como suele ocurrir cuando hay varias historias para disfrutar. Pero todos despertaron interés, el interés que se siente cuando en el aula fluye el silencio para escuchar solo la voz del lector, sin importar de quién sea.

jueves, 15 de febrero de 2018

El pueblo que no quería ser gris, de Beatriz Doumerc y Ayak Barnes

Un rey, un tirano, decide un día, así de la nada, que todo el pueblo pinte sus casas de color gris. Seguramente porque un pueblo oprimido tiene que ir a tono con esa opresión. Sin chistar, todo el pueblo acata la orden y las casas oscurecen con pinceladas de miedo y resignación. Pero uno de los súbditos ve una paloma de color rojo, azul y blanca (¿símbolo de la libertad, igualdad y fraternidad?) y decide, a pesar de la orden real, pintar su casa de esos colores. El rey, que todo lo sabe y todo lo ve, le pide a sus guardias que traigan a ese rebelde ante él. Es totalmente inaceptable que alguien siquiera ose contradecirlo. Sin embargo, ¿qué pasa si otros súbditos, animados por aquel rebelde, deciden hacer lo mismo? ¿Cómo hará un simple rey con unos pocos guardias para robarle la libertad a miles? ¿Cómo hace una minoría organizada para someter a una mayoría unida? La rebelión de este pueblo que no quería ser gris no es consciente, no hay un líder que los organice, simplemente un efecto contagio. Y la organización es importante. De todas formas, es interesante el final del cuento, pues en otros reinos empiezan a tener temor sobre lo que les puede suceder a ellos. El temor no se debe a los colores, claro que no, es perder autoridad frente a las masas. Porque si empiezan por elegir los colores de las casas, quién sabe hasta dónde pueden llegar.



Es un libro muy lindo para reflexionar sobre la libertad y la unión, que viene bien para cualquier momento de la vida.

El pueblo que no quería ser gris, de Beatriz Doumerc y Ayax Barnes, fue editado por Colihue.

miércoles, 14 de febrero de 2018

Loro hablando solo, de Juan Lima

Viajamos a Traslasierra a través de los versos de Juan Lima. Conocemos la noche (porque, por suerte, no todas las noches de este mundo son iguales), escuchamos a los animales de la zona (sobre todo al loro, aunque hable solo). Sentimos los árboles (cada especie, una caricia distinta) y olemos un asado que pinta sabroso porque está hecho con tranquilidad, en las brasas y en la brisa que envuelve las sierras.

En "Loro hablando solo", Juan Lima juega con las palabras, con dichos populares, con las formas de cada poema. Y logra transmitir la sensación de estar en paz en un lugar que lo tiene todo, que tiene tanto, que se puede obtener miles de historias, buenas fotos (que por cierto acompañan el libro y pertenecen a distintos autores) y exquisitos poemas.



Hablando de loros... Estábamos en la biblioteca con un grupo de alumnos de tercer grado. Cada uno debía leer a sus compañeros una poesía, que podía ser de cualquier autor/a. Uno de los chicos, que suele hablar como un loro (o como también se dice: hasta por los codos), inteligente, imaginativo, muy bueno para el fútbol, pero resistente ante algunas propuestas educativas, decidió leer un poema de este libro que se llama "Hablo como un loro". Pero no lo leyó así nomás, lo musicalizó con un rap.

Hablo como un loro
estoy más loco que una cabra
río como una hiena
lloro como un cocodrilo
duermo como un lirón
soy un burro
me hago el oso
hago chanchadas
hago monadas
soy un pavo una gallina un ganso
soy zorro viejo
tengo pocas pulgas
cuando menos se lo esperan
salto como la perdiz
me conocen hasta
los perros.

Quedó una versión muy buena, hay que admitirlo. Y cuando terminó dijo: -Esta poesía no tiene sentido-. -Son como frases que se dicen-, contestó una compañera. -Sí, como refranes-, agregó otra. -Ya sé, pero no tiene sentido-, insistió. -Para mí es graciosa-, agregó su amigo. Aquí creo que se pusieron en discusión dos cosas. El alumno que leyó la poesía, lo hizo porque le gustaba, pero sentía que no tenía sentido porque eso se lo daba una historia (él estaba acostumbrado a historias más convencionales). Para el otro niño, el sentido se encuentra en lo que genera el poema en el lector. 

Lo cierto es que en este libro, cada poema cuenta una historia que forma parte de una historia más grande. Por eso, conviene leer el libro entero. También es cierto que los niños se encontraban en una discusión y desorientación porque estaban acostumbrados a poesías con historias concretas, con métrica y rima, a otro tipo de poemas. Habrá que seguir leyendo. Claro que eso no asegura que se puedan responder ciertas preguntas como ¿qué es la poesía?, aunque Gustavo Bécquer haya esbozado una respuesta. Hay cosas que van a seguir siendo un misterio, como dice un cartel que reza en una librería: "Yo sé que la poesía es imprescindible pero no sé para qué"- Jean Cocteau.

Un libro imperdible, editado por Comunicarte. 

viernes, 9 de febrero de 2018

La mejor luna, de Liliana Bodoc

Esta es una historia sencilla contada de forma poética, en donde las palabras de la autora forman imágenes y sensaciones y donde Pedro, uno de los personajes, con sus colores, crea una luna para compartir. 



La luna es fuente de luz y de inspiración de poetas y en "La mejor luna", de Liliana Bodoc, se manifiesta de la misma manera. Aunque con una diferencia: el amor no ocurre bajo la luz de la luna, sino en ausencia de luna. Porque Melina, una gata manchada de negro, se pone triste cuando no ve la luna. Frente a este problema, y porque es su amigo, a Juan se le ocurre una idea para que Melina siempre tenga una luna para ver. Y es allí donde aparece Pedro y su luna pintada.

Si quieren compartir esta luna, que es la mejor luna, lean esta historia. Déjense deslumbrar.

En este libro, Liliana Bodoc plantea que los colores están para acercar lo que está lejos. Estoy segura de que es así, y también de que las expresiones artísticas nos acercan a las personas, nos hacen tenerlas siempre presentes.

jueves, 8 de febrero de 2018

El zoo de Joaquín, de Pablo Bernasconi

¿De qué se trata "El zoo de Joaquín"? Joaquín quiere ser inventor y se pone manos a la obra. Toma algunos cachivaches y fabrica diez animales para que le hagan compañía. 


En primer lugar, cabe aclarar algunas cosas. Cualquiera puede ser inventor, Homero Simpson lo demuestra en su competencia con Thomas Edison. No son las mejores creaciones, de hecho, la alarma "todo está bien" es irritante. Y hasta Roberto Arlt, un hombre muy inteligente, ha fracasado en su proyecto de hacer medias de caucho. Pero lo cierto es que cualquiera puede crear algo nuevo aunque después aparezca en la lista de los inventos más inútiles de todos los tiempos. Ser creativo es ser humano. 

Por otra parte, es importante tener en cuenta que los niños son muy creativos y muchos sueñan con ser inventores como Joaquín. Por eso, es muy triste cuando se pretende limitar la creatividad de un niño. 

Otra cosa que me parece que vale la pena tener en cuenta, que los chicos lo saben pero que los adultos se olvidan, es que cualquier cosa puede ser un juguete. Por ejemplo, una caja de cartón. Que los avances tecnológicos no nos hagan olvidar de que jugábamos con piedras a la payana.

Hechas estas aclaraciones, debo decir que el libro "El zoo de Joaquín", de Pablo Bernasconi, es un libro muy creativo, que permite desplegar la imaginación de sus lectores. Veamos. Los animales están hechos con objetos o con plantas de uso cotidiano. Por ejemplo, Joaquín crea un hipopótamo con un rallador. Asimismo, la narración tiene rima y juego de palabras, e ideas disparatadas, lo que demuestra su creatividad para contar una historia. Además, las imágenes son sumamente interesantes, fuera de lo común.


¿Qué hicimos con este libro tan lindo? Después de leer el libro, comentarlo, observar los detalles de las imágenes, los niños inventaron su propio animal. A su diseño le sacaron flechas para escribir de qué estaba hecho. También debían escribir y contar su idea, qué habían elegido y por qué. Pienso que quizás la consigna se podría hacer más amplia y habilitar otro tipo de inventos.

A otro niño, al que le leí el libro, se le ocurrió hacer un león con cajas de cartón de distintos tamaños, hilo sisal para la melena y tela para la cola. Algo más convencional. Pero sin dejar de ser una creación. Le gustaba construir cosas con cartón, veía una caja y la guardaba. Hizo espadas de cartón, casas de cartón, escenarios para sus juegos de cartón, teatrillos de cartón, un kiosco de cartón, en fin, con una caja de cartón, una tijera y una cinta de papel estaba feliz. Por eso, recomiendo guardar cajas, pedacitos de cartulina, tapitas, todas esas cosas que se suelen tirar, sirven. Como decían las abuelas "total, para tirar hay tiempo". 

Otra propuesta podría ser colocar objetos en una mesa y que esos objetos inspiren una creación. O pensar en algún problema y tratar de buscar la solución. Como verán, permite hacer muchas cosas.

No me gusta pensar la literatura en términos utilitarios, sin embargo hay libros que, además de la belleza de sus palabras, habilitan otras posibilidades y me parece que está bueno aprovecharlas.

miércoles, 7 de febrero de 2018

Trompos

Siempre algunos juegos o juguetes se ponen de moda durante unos meses en la escuela o en algún grado en particular. Recuerdo de mis recreos en la primaria: los chupetes de la suerte colgantes, la colección de papeles de cartas, el yo-yo, los tazos, bolitas o canicas, las figuritas, y podría seguir nombrando. Lo increíble es que algunos juguetes y juegos perduran en el tiempo, son parte de la cultura, se transmiten de generación en generación. Claro que, a veces, estos juguetes tienen algunas modificaciones como la patineta de Marty Mcfly en sus viajes en el tiempo. El año pasado, en un grado se puso de moda el "bley bley" (beyblade), un trompo de plástico que se arma con unos accesorios y que viene con un lanzador. Luego, llegó a ser un éxito el juego de mesa cuatro en línea. Como toda moda, las cosas van y vienen. Pero antes de que llegara su reemplazo, les cuento qué pasó con los trompos.

Un alumno, fanático de los trompos, se escapaba del aula y no quería escribir (y necesitaba terminar de aprender a leer y escribir). Entonces, le mostré unas imágenes de otros trompos y le propuse fabricar un trompo casero. Pero para ello, debía escribir un listado de materiales para solicitarlos en la escuela. Nos quedamos con dos trompos en nuestra cabeza. Uno hecho a base de un CD, una bolita y una tapita de gaseosa, y otro de madera con un hilo (por cierto, el trompo antiguo le causó una gran fascinación). El niño escribió su listado en un papel: CD, bolita, tapita, pegamento, pintura, pincel (pensamos en la decoración), madera redonda e hilo. Después de conseguir los materiales, fabricamos el trompo con un CD, una tapita de un extremo (lanzador) y una bolita del otro lado (para que gire). Había mucha ansiedad por probar el trompo, costó que el pequeño fabricante dejara secar la pintura. Cuando llegó el momento de lanzarlo, funcionó, los colores azules y verdes que él había elegido se mezclaban ante nuestros ojos. El niño quedó muy satisfecho con su trabajo. Había hecho un trompo personalizado, con su nombre. El trompo de madera no lo hicimos, pero nos llevó a investigar acerca de los juguetes antiguos. Para eso, previamente, preparé un material con imágenes y breves descripciones. Si el trompo casero lo impulsó a la escritura, el de madera, a la lectura.

martes, 6 de febrero de 2018

Aventuras y desventuras de Casiperro del Hambre, de Graciela Montes

Esta es la historia de un perro callejero contada en primera persona... perdón, quise decir contada en primer perro. El nombre de Casiperro del Hambre, que suena como título de nobleza, va a ser adquirido con el tiempo, pero la condición de pequeño y hambriento la lleva consigo desde que nació. La madre de este cachorro tiene más cachorros que tetas para alimentar, lo que lleva, por una cuestión matemática no menor, a que Casiperro deba luchar para sobrevivir.


En "Aventuras y desventuras de Casiperro del Hambre" nos cuentan que la vida de un perro en situación de calle es muy difícil. Hambre, tormentas, frío, peleas perrunas y desamparo. No obstante, la vida de un perro que cae en manos de algunos humanos que no entienden el concepto de ser vivo y la frase "el mejor amigo del hombre", también puede ser terrible. Incluso más, si los humanos consideran que los perros son juguetes, que se preocupan por la estética, que son sus prisioneros, actores de circo y "conejillos de indias". Con un relato muy bien llevado, donde hay momentos de tristeza y, también, de bienestar, el lector se puede poner en el pelaje de otro animal.

El protagonista de esta historia ha sido correctamente construido porque, a medida que leemos, creemos que tenemos el poder del doctor Dolittle para escuchar y sentir la voz de un perro, que en las peripecias va conociendo cómo es este mundo, en donde hay maltrato, apatía, amor, compañerismo y amistad. Todos queremos proteger a Casiperro para que sea un perro con una vida plena, llena de amor, olores y comida (adecuada para perros y tamaño). Todos queremos a Casiperro sin importar si es cachorro o adulto. Sin importar si tiene rabo o no lo tiene. Todos queremos a Casiperro por eso no compraríamos a otro perro para fomentar ese negocio y cuidaríamos de él. Por todo eso, "Aventuras y desventuras de Casiperro del Hambre", de Graciela Montes, es un gran libro. No un casilibro, un gran libro que dan ganas de devorar.

El libro fue editado por Colihue e ilustrado por Oscar Rojas.

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