domingo, 6 de agosto de 2017

Suerte de colibrí, de Germán Machado

Esta es una historia sencilla. Le podría haber pasado a cualquiera. Alguien dijo, no recuerdo quién, que leer literatura te permite vivir muchas vidas. Uno puede ser, por un ratito,  un pirata que navega los grandes mares, un mago con invaluables pócimas, una persona que vivió en los tiempos del peinetón y miriñaque. Por tanto, ¿qué sentido tiene leer una historia que le puede pasar a cualquiera? Porque encontrarse un pájaro herido, estar enamorado, no saber qué decir, tener un conflicto familiar, le puede pasar a cualquiera y, dentro de ese "cualquiera", podemos estar nosotros. El único sentido que tiene leer una historia así es cuando está bien contada. Esta es una historia bien contada.


Germán Machado sabe elegir las palabras precisas para resaltar la belleza de las cosas. Hace que un colibrí, herido, en una caja, sin el contacto con las flores, sea majestuoso. Logra que percibamos cada sensación que tienen los personajes, desde lo molesto que es dormir un día de calor hasta los nervios que produce un amor adolescente en disputa.



No quiero spoilear demasiado, pero me gustaría mostrar mi punto. Voy a seleccionar un fragmento al azar para que, quienes no conocen al autor, me crean:

"La noche se avecinaba a Puerto Bidondo como la sombra extraviada de un enorme animal. Se encogía calurosa contra las ventanas de la casa. Rumiaba oscuridades".

Y otro más, porque no puedo evitarlo, me gusta que los niños lean este tipo de expresiones:

"El árbol es frondoso y el aire que corre debajo parece más fresco que el que apenas corre por la calle. En los días de más calor del verano, a Roberto le gusta quedarse a la sombra del laurel: su único árbol. Está convencido de que ese árbol es lo que le da frescura al aire, sea por el aroma que desprenden sus hojas o por la espesura de su verde ensombrecido. <El laurel condimenta el aire>, piensa, y aspira hondo". 

Algo para considerar es que la primera edición es del año 2012, por eso los personajes adolescentes utilizan Facebook. Cuando los padres, tíos y abuelos empezaron a aprender a usarlo, a comentar, a subir fotos "vergonzosas" de ellos de chicos, etc, los adolescentes se fueron yendo para otras redes sociales. También, que al ser una historia que transcurre en un tiempo corto, los personajes no se pueden desarrollar más.

De cualquier manera, hay historias sencillas que merecen ser contadas porque a veces necesitamos una mirada poética sobre lo cotidiano, sobre lo que le puede pasar a cualquiera. Al fin y al cabo, los amores adolescentes, la naturaleza, tienen de por sí una magia. Es cuestión de saber observar.

El libro fue editado por Edelvives.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...