sábado, 19 de marzo de 2016

Irulana y el ogronte, de Graciela Montes

Este cuento resulta interesante de leer por su originalidad. En primer lugar, está narrado de una forma diferente a la que estamos acostumbrados. El narrador dialoga con el lector durante todo el relato. Le cuenta lo que sabe y lo que no sabe de la historia. Sus sensaciones y las de la ilustradora frente a la historia que están construyendo. Como si la historia hubiese tomado vida propia. Y bueno, algo de eso sucede con las historias. 

Por otra parte, es interesante porque el ogronte no es derrotado por un fuerte caballero de armadura de lata ni por un valiente príncipe. Es derribado por una pequeña niña, Irulana y de una manera que, la autora admite, es difícil de creer.

Y también es interesante de leer, mejor dicho, agradable de leer por las imagenes que nos brinda el texto. "Era importante saber cómo había amanecido el ogronte. Por ejemplo, si el ogronte estaba resfriado, había que reforzar las puertas y las ventanas para que no se abrieran de golpe con los estornudos. Y no se podía sacar a pasear a los perros demasiado chiquitos porque podían rodar calle abajo y volarse hasta la orilla del río".

Este es un cuento sobre un pueblo, un ogronte y una nena. Luego, es un cuento sobre un ogronte y una nena. Y finalmente, es un cuento sobre un pueblo y una nena. O algo así.


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