lunes, 7 de marzo de 2016

El príncipe ceniciento, de Babette Cole

La versión masculina del cuento clásico.

El príncipe ceniciento no tenía facha para ser príncipe. Y claro, no llegaba al porte del príncipe Carlos. Era bajito, pecoso, delgado y... ¡sucio! Sus hermanos grandulones y peludos siempre se burlaban de él. Mientras ceniciento limpiaba, ellos iban a la disco. Hasta que un día llegó un hada para ayudarlo, pero las cosas no salieron como lo esperado. Terminaron mucho mejor.


Este libro mezcla cosas propias de "la modernidad" con otras de "la edad media". Hay príncipes y princesas y coches modernos y discotecas. Bueno, algo de eso sucede en la actualidad. ¿O no?

El recurso humorístico de esta historia es quitarle solemnidad a los príncipes. Primero, ante la descripción del personaje principal. Con tanta pompa podría bañarse. Segundo, porque el príncipe limpia (cosa que no hacen los príncipes, pues tienen sirvientes). De hecho, cecinicienta se dedicaba a las tareas del hogar antes de convertirse princesa. 

También el humor aparece cuando no funciona el hechizo del hada. Como decía Tusam (padre): "puede fallar"  Y que falle de esa manera, resulta totalmente gracioso.


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