viernes, 4 de marzo de 2016

El león que no sabía escribir, de Martin Baltscheit

 El poder de las palabras.

"El león no sabía escribir. Pero eso no le importaba porque podía rugir y mostrar sus dientes. Y no necesitaba más". Así empieza la historia de un león muy poderoso. Ni más ni menos los leones tienen el título de rey de la selva.

Un día se da cuenta de que para conquistar a una leona, debía escribir una carta. Le pidió ayuda al mono y el mono escribió "Queridísima amiga: ¿Quiere trepar conmigo a los árboles? Tengo también plátanos. ¡Exquisitos! Saludos, León". Y el león se enojó porque él nunca escribiría algo así. Efectivamente, los leones no comen bananas. Así que fue a pedir ayuda a otro animal y a otro, pero nadie podía escribir exactamente lo que él quería. Al felino le faltaba el poder de las palabras.


Me gustó esta historia porque de una forma divertida y en tono de juego, con la repetición de "pero no, yo nunca escribiría algo así" se plantea una idea interesante en torno a la relación entre lenguaje y pensamiento. El resto de los animales no escriben lo que el león quiere porque piensan desde su lugar. Entienden que una carta de coquetería es proponer pasar un rato arriba de un árbol, bucear entre las algas, etc, etc.

Es cierto que nos podemos identificar con lo que otros escriben y que a veces le decimos a otras personas "nadie lo hubiera dicho mejor" pero escribir es pensar y si se quiere fidelidad al pensamiento propio, nadie mejor que uno mismo para hacerlo.

Editado por Loguez Ediciones.




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