miércoles, 9 de marzo de 2016

El espejo africano, de Liliana Bodoc

Varias historias se entrelazan en un espejo enmarcado en ébano.

Todo comienza en África, a fines del siglo 18. Observen un fragmento inicial y díganme si no los transporta a ese lugar:

"La costumbre de cargar cestos en la cabeza los mantenía erguidos. Y con el pensamiento más cerca del cielo que de los pies.
Era una aldea con pocos habitantes, donde cada uno hacía su parte del trabajo y tenía su lugar en las danzas. Aquellas personas conocían la diferencia entre un fuego sagrado y un fuego familiar donde asar alimentos. Separaban sin dificultad las plantas benéficas de las maliciosas; aceptaban las lluvias y las sequías. Y cuando se tendían a descansar, eran capaces de reconocer cientos de formas en las nubes."
Allí, en ese lugar, unos hombres capturan a una niña pequeña para venderla como esclava. La escena es violenta y a la vez está contada de una forma poética, lo que acentúa la angustia que siente el lector por lo que sucede.

A Atima Imaoma solo le queda el espejo que hizo su padre para su madre. Solo eso. Ni siquiera recuerda su nombre.




En el siguiente capítulo, hay un salto narrativo. Se cuenta la historia de Dorel, un muchacho huérfano que ha sido criado por una loca, dueña de una tienda de antigüedades en Valencia. Esta mujer lo mantiene encerrado con el pretexto de que hay peligros afuera. A Dorel le llega el espejo a sus manos y cuando se mira a través de él, se esboza toda una definición: "Le mostró sus ojos casi viejos de no ver el mundo".

Dorel se siente arrepentido por no haber pagado una moneda más a quien le vendió el espejo, pues le había contado que la necesitaba para unas medicinas. Entonces, voces aparecen en su cabeza. No sabe si salir de casa y correr para darle la moneda o no. Se escuchan voces de valentía y voces de miedo.

Después, en otro capítulo, se cuenta la historia de Atima Silencio, hija de Atima Imaoma, una esclava que con mucho sacrificio consigue su libertad. En Mendoza, conoce al General San Martín y le dona el espejo para su cruce a Chile.

Y así se van cruzando las historias, de un espejo que pasa de mano en mano, de continente en continente. Como se podrá observar, la estructura narrativa es un poco compleja. Creo que este libro es para chicos más grandes, de segundo ciclo (6to o 7mo), dependiendo del grupo.



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